El presidente logró acorralar a Fernández con la causas del kirchnerismo. Ignoró las denuncias a su Gobierno y planteó un golpe a golpe con pobreza y empleo.
Esta vez Alberto Fernández no la tuvo tan fácil como en el debate de Santa Fe. Mauricio Macri se mantuvo en mejor forma, acaso entonado por la mega marcha del sábado en el Obelisco, encontró un filón en confrontar a su adversario con la corrupción del pasado gobierno kirchnerista y no soltó la presa. Ignoró la formalidad de los temas propuestas para llevarlos una y otra vez al recuerdo de los grandes escándalos del pasado Gobierno y dejar pasar sutilmente las denuncias que pesan sobre el suyo.
El debate en el aula magna de la Facultad de Derecho comenzó con seguridad y Macri le recordó a Alberto Fernández el escándalo de la importación de efedrina durante sus años como jefe de Gabinete, causa en la que estuvo involucrado el empresario Hugo Sigman, muy cercano al kirchnerismo y uno de sus principales aportantes.
«Llegaron a importar 20.000 kilos de efedrina por año. Esos 20 mil kilos sirvieron para producir droga y transformarnos en productores del narcotráfico internacional. Nosotros no transamos con la droga», lo desafió y no encontró respuesta. Lo acusó de proteger a la organización terrorista Hezbollah, considerada terrorista este año e indicada como responsable del atentado a la AMIA.
El candidato peronista, que había ocupado sus dos minutos en vincular la inseguridad a la desigualdad, se defendió diciendo que el consumo de droga «ha aumentado estos años y eso quiere decir que el negocio ha proliferado. Vamos a tratar el tema con menos marketing y más seriedad».
Luego lo responsabilizó de haber bajado el presupuesto de seguridad y negó que haya habido una baja de homicidios que Macri había promocionado al final de su ponencia. «Me preocupa su optimismo: el año pasado hubo 3.262 personas asesinadas. No creo que sus familias se hayan sentido protegidas. Hablemos de verdad».
José Luis Espert, mucho más terrenal que en Santa Fe, criticó el garantismo del ex juez de la Corte Eugenio Zaffaroni y prometió impedir los cortes de calle. «Conmigo, se termina (el líder de la Ctep Juan) Grabois», prometió y luego anticipó que pedirá bajar a 14 años la edad de imputabilidad.
Juan José Gómez Centurión, otra vez con problemas para respetar los tiempos del debate, propuso blindar la frontera y aprovechó para pedir el blanqueo del salario de sus camaradas de las fuerzas de seguridad. Del Caño, que volvió a evocar las manifestaciones en Ecuador y también las de Chile, denunció a las fuerzas de seguridad, citó la muerte de Santiago Maldonado y se sorprendió con un contrataque de Macri, quien consideró «falsas» las denuncias previas a encontrar el cadáver del actrivista. El candidato de izquierda se ganó la risas de la audiencia cuando comparó a Pichetto con «Miki» Vainilla, el personaje de Petter Capussotto.
Lavagna volvió a sufrir sus problemas de timing televisivo, con un bache que asustó a sus asesores cuando después de decir que no quería ni mano dura ni mano blanda, se mantuvo varios segundos en silencio y lo rompió para recordar que si es presidente combatirá la violencia de género. Se había trabado.
Su lapsus tensionó a su hijo Marco Lavagna y el candidato a diputado Alejandro «Topo» Rodríguez, que lo miraban desde la primera fila desde uno de los laterales del salón. En el otro lateral estaban los invitados más buscados: en la primera hilera Marcos Peña, Jaime Durán Barba, Juliana Awada y Fernando D’Andreis; y en la segunda Sergio Massa, Eduardo «Wado» De Pedro y el núcleo duro albertista: su novia Fabiola Yañez, Santiago Cafiero, Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Marcela Losardo.
Miguel Pichetto llegó cuando faltaban 20 minutos para el inicio y se ubicó en el centro del salón, junto a Mario Negri y Diego Santilli. Detrás estaba la escuadra peronista con los diputados Juan Cabandié, Mayra Mendoza, Victoria Donda, Fernando «Pino» Solanas y el candidato a senador Mariano Recalde. Entre los invitados especiales se hizo notar el dueño de Fiat Cristiano Rattazi y, en la primera fila, Graciela Fernández Mejide y León Arslanián.
El bloque siguiente fue sobre empleo, producción e infraestructura, Macri dijo que «dio vuelta la energía después de la peor de la historia», pero aprovechó para recordar todos los casos de corrupción en la obra pública. «Hoy nosotros publicamos las licitaciones de Vialidad en la web, antes se robaban la plata de las obras y no lo digo yo: lo dicen los jueces», señaló y recordó «De Vido, los bolsos de López», en referencia al ex ministro de Planificación y el ex secretario de Obras Públicas, José López.
Macri aprovechó todos los tramos del debate para hablar de la corrupción del kirchnerismo. Alberto le respondió pero no logró hacerlo reaccionar con menciones a las denuncias contra su Gobierno.
Alberto lo ignoró y prefirió empezar hablando de empleo, uno de los puntos débiles de la gestión presidencial. «La Argentina tiene la tasa de desempleo más alta de los últimos 13 años. Es razonable: el presidente piensa que el trabajo es un costo. El trabajo registrado es la mejor garantía de paz social. Para que el trabajo vuelva vamos a poner en marcha a las pymes», recitó el candidato de Todos.
Luego se defendió de las acusaciones de obra publica citando a Franco Macri, fallecido el año pasado. «Usted en el clan Macri no vio la corrupción en la obra pública. Después cuando su padre murió nos contó que era el responsable. Hablemos en serio», lo señaló y el jefe de Estado lo cruzó de inmediato.
«Es de muy mal gusto citar a una persona que no está en este mundo y no se puede defender. Pero claro, teniendo que tapar los 51 contratos de obra pública de Lázar Báez, los bolsos de (José) López, la efedrina. Es difícil creer que usted no vio nada. Los departamentos de Muñoz, las valijas de Antonini Wilson. Los vio Lavagna del otro lado de la calle y usted que estaba en la oficina de al lado dice que hubo ‘un descuido ético’ de Néstor y Cristina. ¿Cómo puede ser que no viste nada?», respondió, con una alusión a la renuncia del ex ministro en 2005 que ya había hecho unos minutos antes.
«Presidente, en materia energética lo que hizo es llenar los bolsillos de sus amigos. Hablemos en serio», repitió su latiguillo Fernández. El duelo habría seguido en los camarines, cuando se fueron al corte. Según relataron varios testigos, el presidente le retrucó la mención a su falledido padre y el ex jefe de Gabinete lo calificó de «inmoral».
Macri se jactó de haber creado un millón de empleos «pero la mayoría en negro», con la certeza de que su rival ya no podría responderle y así fue, porque Espert le preguntó si el kirchnerismo era una asociación ilícita y lo obligó a hablar de eso. «Cuando tuve diferencias, renuncié y me fui a mi casa. Y desde que me fui nunca un juez me citó a dar explicaciones. No es la suerte del presidente, que cuando deje el Gobierno lo esperan más de 100 causas donde está siendo investigado «, retrucó.
Los cruces por corrupción continuaron en el bloque sobre federalismo y calidad institucional, que Espert abrió con la propuesta de eliminar la coparticipación federal porque «hay muchas provincias que son feudos» y volvió a pegarle a los sindicatos y a pedir que tengan sólo cuatro años de mandato.
Lavagna fue por el sentido inverso: pidió «un replanteo territorial. Una política tributaria y crediticia a favor del interior. Propongo una nueva ley de coparticipación. Un sistema automático, dónde la nación ceda mas recursos a las provincias».
Pero los ojos están puestos en la grieta. «Son tantas las diferencias que tenemos, que ellos no aceptan, no creen, no ven, que Maduro es un dictador. Eso ya marca una enorme diferencia entre nuestra visión de la democracia y la visión de ellos», abrió ese tramo Macri, que esta vez no tuvo respuesta de Fernández sobre el presidente de Venezuela.
«Lo único que reconoce Alberto Fernández de nuestro gobierno es haber normalizado el INDEC. Qué paradoja, porque él fue el que firmó el primer decreto interviniéndolo», lo chicaneó.
Aunque sabía que era el tramo en que más se hablaría de corrupción, Alberto ocupó sus dos minutos en sobreactuar su federalismo y recordar manejos de Macri con la justicia (nombramiento de jueces por decreto y control de la Magistratura). Recién citó los casos de corrupción del actual Gobierno en una de sus respuestas y a las apuradas.
«Quisiera que el presidente se ocupe seriamente de la calidad institucional. Los argentinos quisiéramos saber qué ocurrió con los parques eólicos, cómo fue que su hermano terminó blanqueando dinero cuando la ley se lo prohibía y qué va a hacer con el Correo», enumeró los principales casos de corrupción el peronista.
Preparado, Macri ignoró por completo esas denuncias. «Esta semana quedó claro que el kirchnerismo y Alberto Fernández son lo mismo. Creo que Alberto Fernández dijo la primera vez una verdad en toda la campaña: «Cristina y yo somos lo mismo», se escabulló.
Siempre atrás de las citas de su rival, el candidato de Todos no quiso dejar pasar la mención a la Conadep de los medios de la candidata a vicejefa Gisela Marziotta. «En toda la campaña me ocupé de que todos pudieran entrevistarme y no les pregunté cómo pensaban. El presidente se ocupó de exigirles a los dueños de los medios que sigan encubriendo todos sus errores. La prensa corre peligro con Macri, no conmigo».
Fuera de foco, Lavagna se limitó a decir que «la calidad institucional debe empezar por el respeto a la división de poderes. Es importante que se terminen los abusos de los DNU y devolverle al Congreso y al Poder Judicial un rol trascendental».
Alberto salió al ataque para recuperar terreno el el último capítulo, dedicado a desarrollo social ambiente y vivienda, pero volvió a encontrar al presidente en guardia. «Definitivamente no nos parecemos en nada, presidente. Y cuando entramos al tema de la pobreza es donde menos quiero parecerme a usted. Prometió llegar a la pobreza cero y mintió: la multiplicó. Pero lo más grave es cómo multiplicó el hambre».
«Es indignante escucharlos hablar de pobreza. No les creo nada. Gobernaron 24 de los últimos 30 años y la única idea genial que tuvieron fue ocultarla. Ellos siempre han usado los pobres, siempre han hecho clientelismo. Esta semana vimos imágenes de tristeza en La Matanza. 35 años gobernando La Matanza y no pudieron hacer una obra», respondió el jefe de Estado, que se había jactado de haber bajado la pobreza a 24% en abril de 2018.
Alberto respondió con fases hechas («Este Gobierno pasó todos los límites: está haciendo pasar hambre a la gente. Tenemos que ocuparnos de esa gente. El presidente no lo hace», se repitió) y llegó destiempo con el tema vivienda, porque Macri se anticipó anunciado una ayuda a los deudores UVA.
«Se acordó del problema de la vivienda en estos últimos 5 minutos. Desde 2015 hasta hoy, el presupuesto de vivienda se redujo un 79% y los créditos Procrear un 81%. Los créditos UVA iban a ser una solución y hoy son un drama para miles de familias», se apresuró el candidato de Todos. Anunció que creará un Instituto de Vivienda, que quedaría a cargo de María Eugenia Bielsa.
Sobre el final, Macri canchereó lamentándose que en unas tres semanas deberá «someterse» nuevamente a otro debate, dando pro descontado que habrá una segunda vuelta que hasta ahora ninguna encuesta conocida augura. Y Alberto se puso melancólico y citó a María Elena Walsh. «Tantas veces me mataron, Tantas veces me morí, Sin embargo estoy aquí resucitando», arrancó el peronista, en un fraseo que seguramente practicó con su equipo durante la semana.
Fernández tardó varias horas en tuitear un agradecimiento a los televidentes que siguieron el debate. Antes, sus voceros filtraron encuestas que lo dejaban bien parado, del consultor Raúl Aragón.